martes, 20 de septiembre de 2011

Dar muerte a la tibieza

"Y lo mismo se revolcarán los Santos Padres, Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís, cuando sigan en aumento los católicos que se están dejando llevar por esa expresión superficial, fácil, egoísta y materialista de ese “evangelio según san yo”, sectario, emocionalista, de espectáculo y musiquita relativista."  Fernando Casanova.

Hago mías las palabras del señor Fernando Casanova.


Hoy expreso, no mi malestar, porque a mí nadie me debe nada de nada, sino la denuncia de una experiencia de "fe" claramente planteada en la expresión:   "evangelio según san YO".

¿Dónde está el espíritu de valentía que Dios Padre nos regala con su Santo Espíritu?

En la actualidad, los católicos nadamos en un mar de distracción y egoísmo tales, que hemos perdido el norte real de nuestra existencia: DIOS PADRE.

Por miedo, sí, por miedo al rechazo, a las palabras groseras, a ser señalados no nos atrevemos a mantener una postura comprometida con la Voluntad de Dios Padre, con sus mandatos, con sus Enseñanzas.
Expresamos un relativismo, disfrazado de tolerancia, de comprensión, de "amor al prójimo", para evitar las confrontaciones que nos conllevaría la clara denuncia de todo aquello que atenta y está contra la Palabra.
Hemos perdido, en primer lugar, la certeza de que Dios Padre sí existe, vivimos como si ÉL fuera tan sólo un bello cuento para adormecer los dolores del corazón y sufrir "estoicamente" las vicisitudes de nuestro diario vivir.  En segundo lugar, a falta de madurez en la fe, hemos comprado fácilmente la consigna de que el diablo y el infierno no existen, son tan sólo personajes de otro cuentecito que se usa para establecer métodos de control conductual. Por tanto, actuamos políticamente bien para no involucrarnos en enredos, bajo la consigna "vivir y dejar vivir".

Ya hoy no hay mártires, valientes que mueran por defender la verdad de la fe, la Verdad única de Dios Padre, de Cristo y su sacrificio santo.
Ya no abundan los hombres y mujeres que defiendan, a capa y espada, el don de la vida, la vocación sacerdotal, la vocación religiosa, la vocación del matrimonio, la familia, como Dios manda; ni tampoco, hay defensores de la Verdad, del Temor de Dios... Hasta la asistencia a la misa, a la celebración eucarística la hemos trastocado en la salidita del domingo, no la respetamos ni con la conducta ni con el vestido, además nos limitamos a calentar la banca, el cuerpo presente y la mente ausente; muchos se acercan indignamente (y me refiero al estado del alma)  a recibir la Sagrada Comunión,  sólo para ser vistos y que los juzguen de buenos católicos; y  los sacramentos son eventos sociales "muy bonitos y lucidos"...¡vanidad, pura y triste vanidad!
Callamos y nos conformamos con ir a misa, golpearnos el pecho y hacer cara de estreñimiento para que todos vean cuán contrito está nuestro corazón. Nos aliviamos la voz de la conciencia con "sentir bonito" y decir que una celebración es muy linda, si el curita no denuncia, se limita a hablar lo que endulza el oído y hace gala de una gran oratoria, si el momento de la Consagración es matizado con musiquita de fondo; y creemos que vivir bien dentro de la Iglesia, se limita a no decirnos las verdades caritativamente y hacemos experiencia como una horda de hipócritas, dignos representantes de aquella fuerte frase de Nuestro Señor Jesucristo: "sois semejantes a sepulcros blanqueados, por fuera parecen hermosos, pero por dentro están  llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia" (Mateo 23, 27)

Ser testigo fiel de Cristo no es tan sólo un asunto de andar regalando flores y arcoiris de colores, es, además de anunciar la Buena Nueva, denunciar todo lo que viene del príncipe de las tinieblas, de su cultura de la muerte, muerte que no se limita al plano físico, sino que abarca el más importante, la muerte del espíritu que nos roba la herencia eterna como hijos adoptivos de Dios Padre.

Dijo Cristo: " Os he dicho esto para que no os escandalicéis.
 Os expulsarán de las sinagogas, e incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios.
  Y harán esto porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
   Os he dicho esto para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho." (Juan 16, 1-4)

Termino con una pregunta: ¿a quién rindo pleitesía: a Dios Padre o a las creaturas?

Bendiciones y un abrazo.


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